Cuando tenemos de manera persistente, y en dos o más ambientes un exceso de impulsividad y/o un exceso de movimiento y/o un déficit de atención, es posible que nuestro hijo pueda ser clasificado bajo este epígrafe.
Esto significará que debemos re-colocar nuestras expectativas como padres, y enseñarle estrategias para superar, en la medida de lo posible, estos excesos y este déficit.
Los recursos terapéuticos que han demostrado mayor evidencia empírica son: entrenamiento en autoinstrucciones, focalización de atención, entrenamiento con neurofeedback e intervención con familias y profesores.
La intervención y coordinación con el centro educativo es fundamental.